Lo curioso es que cuando en el mercado se impone un fuerte sentimiento alcista, la racionalidad deja paso a las compras. Veamos por ejemplo la evolución del mercado de renta variable español durante las primeras dos semanas del 2014.
El Ibex 35 cerraba la primera quincena del año con un avance del 5,54% hasta los 10.465 puntos, situándose como el índice más alcista del continente europeo (Italia +5,28%, Dax +2%, CAC +0,73%, EuroStoxx 50 +1,45%). Pero lo más llamativo es que si nos fijamos en el mercado continuo, en lo que llevamos de año tan sólo 14 compañías experimentan rentabilidades negativas. Además, con excepción de Inm. del Sur que retrocede más de un 9% hasta los 14,50 euros/acción, los descensos en todas las demás son inferiores al 3,5%.
Compañías del mercado continuo español
con peor comportamiento en 2014 ( %)
Fuente: Bloomberg
En este contexto de mercado pierde importancia la selección concreta de compañías y la rentabilidad, independientemente de la empresa seleccionada, tiende a ser positiva. Quizás aquellas personas que entren en el mercado no consigan los fuertes retornos que han mostrado Solaria (+52%), Fersa (+34%) o FCC (+30%), pero sin lugar a dudas, las probabilidades de revalorización de la cartera son positivas por el mero hecho de estar posicionado en renta variable.
Lo visto hasta ahora respalda la idea de que el “asset allocation” debe actuar como pilar fundamental en el comportamiento de todo inversor. Definimos “asset allocation” como el proceso que lleva a la distribución de la riqueza de un inversor entre las diferentes clases de activos. Es decir, se trata de asignar el presupuesto de inversión entre renta variable (acciones), renta fija (bonos), mercado monetario, efectivo, activos inmobiliarios, materias primas, metales preciosos y otros activos.